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jueves, 23 de febrero de 2012

Agresividad, Asertividad e Inhibición


La asertividad es la capacidad de expresar directamente nuestros sentimientos, pensamientos y opiniones sin agresividad.
Es una capacidad que nos permite defender nuestros derechos sin sentirnos mal al hacerlo, ya que permite expresar lo que deseamos, opinamos, pensamos o sentimos, sin agredir, y al mismo tiempo sin quedarnos mal, como sucede en la inhibición o no-expresión o con la conducta agresiva, por otra parte ha de ser una comunicación eficaz, es decir, conseguir  el objetivo que uno pretende, siendo éste el de establecer relaciones positivas con los demás y en caso de conflicto, causando el mínimo perjuicio a uno mismo, al otro y a la relación.
Sería una conducta intermedia entre la inhibición y la agresividad, eso sí, más adecuada para una correcta comunicación, que ha de ser respetuosa con el otro, pero que a la vez permita saber al otro nuestro punto de vista o sentir.
Asertividad
Pongamos un ejemplo, imaginemos que estamos haciendo cola para ser atendidos en cualquier servicio, tienda, cine o restaurante, entonces viene una persona que sin mediar palabra se nos cuela, tendríamos tres posibles alternativas: la primera sería callarnos y dejar que se cuele, la segunda alterarnos, subir el tono y llamarle cara dura o algo parecido y la tercera, simplemente decirle que por favor se ponga a la cola como el resto de las personas, en tono amable pero firme.
Pues bien, aquí tenemos las tres posibles respuestas a una misma situación, la primera sería la inhibición, la segunda la agresividad y la tercera la asertiva.
La asertividad es una habilidad y por tanto susceptible de ser aprendida y de desarrollarse mediante un entrenamiento.
Cuando alguna vez he preguntado a personas acerca de este concepto, me han contestado que ser asertivo sería ser seguro de sí mismo, pues bien ya vemos que no es así, aunque realmente ocurre que la persona asertiva, o que desarrolla esta habilidad, acaba siendo más segura de sí misma, pues establece sus relaciones desde la manifestación de sus opiniones o sentimientos de manera respetuosa, pero sin guardárselos, lo que permite una relación más auténtica y fluida con las personas. Por otra parte, con esta práctica, uno cosecha un mayor respeto, y además desde su autenticidad, desde su realidad, consiguiendo que dichas relaciones sean fluidas, lo que redundará en el auto respeto y la confianza en uno mismo.
En el ejemplo de más arriba, al decir a la persona que guarde la cola, estaríamos ante una oposición asertiva, sin embargo, existe también lo que denominamos aceptación asertiva, que sería la capacidad de recibir y expresar reconocimiento. Frecuentemente nos encontramos con personas que les cuesta expresar gratitud o admiración, o recibirla sin turbarse, no obstante son  importantes, pues estas habilidades mejoran las relaciones personales porque refuerzan conductas deseables, fomentando su frecuencia, la autoestima y la confianza, y por tanto el establecimiento de relaciones más positivas con los demás.
Cuando la conducta no es asertiva, la persona no logra defender sus derechos, ni logra hacerse entender o ser comprendido y por consiguiente puede reforzar la idea de no ser aceptado por los demás. De hecho en la fobia social, por ejemplo, observamos la carencia de habilidades asertivas, que junto a una serie de creencias falsas o irracionales acerca de sí mismo y del juicio de los demás respecto a uno, mantienen al fóbico en esa situación de indefensión e inoperatividad en las situaciones sociales, que a la postre lo que hacen es mantener y desarrollar su fobia.
En el comportamiento asertivo hemos de tener en cuenta tanto los aspectos de comunicación no verbal, como los verbales. Los aspectos a considerar en la comunicación asertiva no verbal, serían: el contacto visual, los gestos, el volumen de voz, los silencios o pausas, un tono afectivo, y la postura corporal. Explicándolo de manera superficial sería mirar a los ojos a nuestro interlocutor, tener una gestualidad enfática pero respetuosa evitando gestos agresivos, con un volumen de voz ni alto ni bajo y sin titubeos, haciendo los silencios pertinentes que den oportunidad a nuestro interlocutor de expresarse, con un tono convincente adaptado al contenido de lo que se expresa pero sin agresividad en ningún caso, con una postura erguida pero relajada y ni cabizbajo ni altivo y mirando a los ojos.
En cuanto a los componentes verbales, el primero de todos ellos sería demostrar un nivel de comprensión de la creencia, opinión o actitud del otro, entendiendo que comprender no significa estar de acuerdo, por ejemplo podemos comprender que alguien esté convencido que es bueno pegar a los hijos para educarlos, porque así le educaron a él y por los modelos que ha tenido, sin embargo estamos en desacuerdo total, lo que no impide mostrar comprensión, “comprendo tu punto de vista al respecto por la forma en que te han educado etc.”. El segundo, tras haber mostrado comprensión del punto de vista del otro, expresaremos el problema de forma concreta y clara, por ejemplo “sin embargo creo que tu hijo no se sentirá querido por ti y es posible que su conducta empeore…”. Tercero, mostraremos el desacuerdo: “por tanto no estoy de acuerdo en que continúes pegándole…”. Cuarto, solicitaríamos el cambio de actitud: “por ello te agradecería que dejases de hacerlo…”. Quinto, propondríamos soluciones: “creo que sería mejor que hablases con él, le propusieras otras actitudes, reforzases sus aspectos positivos cuando su conducta es adaptada, etc.”
Por último me gustaría explicar una técnica asertiva entre las muchas que hay, que utilizaremos cuando nos envuelva una emoción negativa hacia otra persona, que de no utilizarla no nos queda otro camino que callar o mostrarnos agresivos y como vemos, no es lo más conveniente. La llamaremos “técnica para la expresión de emociones negativas”. Lo primero será describir la conducta del otro de forma objetiva, o repetiremos exactamente lo que ha expresado, diciendo: “has dicho…”, seguidamente le diremos cómo interpretamos sus actos o lo dicho, admitiendo al mismo tiempo que somos conscientes que nuestra interpretación puede ser incorrecta, para inmediatamente expresarle cómo nos sentimos como consecuencia de dicha interpretación, después le preguntaremos acerca de lo acertado o equivocado de nuestra interpretación y según su repuesta, le solicitaremos un cambio de actitud o rectificación o pediremos disculpas por nuestra equivocada interpretación, esto nos permitirá no guardarnos las cosas y comunicarnos eficazmente en situaciones de conflicto.